Cada día, innumerables máquinas y dispositivos dependen de la medición precisa de la velocidad para funcionar de forma óptima. Uno de los héroes olvidados de esta tarea es el sensor de velocidad de efecto Hall. Este sensor, cuyo origen se remonta a un descubrimiento del siglo XIX, desempeña un papel fundamental en multitud de aplicaciones modernas.
En esencia, el efecto Hall es un fenómeno en el que una corriente eléctrica que atraviesa un conductor en un campo magnético induce una tensión perpendicular tanto a la corriente como al campo magnético. Este fenómeno fue descubierto por Edwin Hall en 1879, sentando las bases para el desarrollo de los sensores de efecto Hall.
El proceso comienza con la presencia de un campo magnético. Cuando este campo fluctúa, induce la tensión Hall en el sensor. A continuación, esta señal analógica se procesa y convierte, dando lugar a una salida que corresponde directamente a una velocidad específica. La ubicación de la fuente magnética, como un engranaje giratorio, puede variar los campos magnéticos y, por tanto, la señal de salida.
¿Qué diferencia a estos sensores?
Desde automóviles hasta ordenadores, estos sensores encuentran utilidad en todas partes:
Mientras que los sensores ópticos utilizan la luz y los sensores mecánicos se basan en el movimiento físico, los sensores de efecto Hall utilizan campos magnéticos. Cada uno tiene sus ventajas, pero el de efecto Hall suele destacar por su durabilidad y precisión.
A medida que evoluciona la tecnología, también lo hacen estos sensores:
Como reconocido fabricante de sensores de velocidad de efecto Hall, Bestaş se dedica a suministrar sensores de velocidad de alta calidad para una amplia gama de aplicaciones. Nuestros sensores de velocidad de efecto Hall están diseñados con características avanzadas, incluyendo protección de tensión inversa, protección de alta corriente y tecnología de ganancia automática, garantizando precisión y fiabilidad en la detección de movimiento.